El ajo, un ingrediente común en la cocina de todo el mundo, ha sido utilizado durante siglos por sus propiedades medicinales. Su sabor picante y aromático proviene de compuestos de azufre que también son responsables de sus beneficios para la salud.
Uno de los órganos más importantes que se ve potencialmente afectado por el consumo de ajo es el hígado, un órgano vital que realiza funciones esenciales como la desintoxicación y el metabolismo.
En este artículo, exploraremos en profundidad la relación entre el ajo y el hígado, examinando los posibles efectos positivos y negativos de su consumo.
1El ajo como antioxidante hepático
El hígado es un órgano susceptible al daño oxidativo causado por radicales libres, que pueden contribuir al desarrollo de enfermedades hepáticas. El ajo es rico en antioxidantes, como la alicina, que se ha demostrado que protegen al hígado de este daño.
La alicina, un compuesto azufrado liberado al cortar o triturar el ajo, inhibe la producción de radicales libres y aumenta la actividad de las enzimas antioxidantes en el hígado. Estudios en animales han mostrado que el extracto de ajo reduce el daño hepático inducido por toxinas y protege contra la fibrosis hepática.