La cocina, un espacio de transformación y creación culinaria, se ha convertido en un campo de batalla contra un enemigo invisible: los microplásticos. Estos diminutos fragmentos de plástico, invisibles a simple vista, se encuentran en una variedad de productos que usamos a diario, desde las botellas de agua hasta la ropa que vestimos.
Pero uno de los mayores culpables de la contaminación por microplásticos en nuestros hogares se encuentra en el fregadero: la esponja de cocina.
La esponja de cocina, un utensilio cotidiano que parece inocuo, se ha convertido en un foco de contaminación por microplásticos. Con cada lavado, estas esponjas liberan diminutos fragmentos de plástico que se filtran en el agua y, por lo tanto, en nuestro cuerpo.
1Un enemigo invisible en la cocina
La esponja de cocina es una herramienta esencial en cualquier cocina. Su textura porosa permite limpiar con facilidad las superficies, eliminar restos de comida y dejarlas impecablemente limpias. Sin embargo, esta misma cualidad, que la convierte en una herramienta eficiente, la transforma en un caldo de cultivo para bacterias y un peligro oculto: los microplásticos.
Los microplásticos, partículas de plástico de menos de 5 milímetros, se desprenden de las esponjas de cocina durante el uso y el lavado. Estos diminutos fragmentos, invisibles a simple vista, se filtran en el agua que usamos para enjuagarlas, contaminando el medio ambiente y llegando a nuestros alimentos.