La escalivada es uno de esos platos que, más allá de su sencillez, encierra en su preparación y en sus sabores una profunda conexión con la tradición culinaria de Cataluña. Este plato, que consiste principalmente en verduras asadas como berenjenas, pimientos, cebollas y tomates, es una representación viva del Mediterráneo. A lo largo de los años, la escalivada se ha ganado un lugar privilegiado en la gastronomía española, siendo un símbolo de la dieta mediterránea, rica en sabores y en salud.
Hoy en día, existe un interés creciente por la comida saludable y por aquellos platos que no solo nutren el cuerpo, sino que también son accesibles en su elaboración. En este artículo, nos proponemos desglosar la forma más auténtica, pero al mismo tiempo sencilla, de preparar una escalivada al estilo catalán. Creemos firmemente que en la cocina, la autenticidad es sinónimo de sabor y que la simplicidad puede estar repleta de matices y delicias que nos transporten a nuestras raíces.
INGREDIENTES CLAVE PARA UNA ESCALIVADA PERFECTA
El primer paso para conseguir una escalivada auténtica es seleccionar los ingredientes adecuados. Las verduras son el alma de este plato, así que hay que optar por productos frescos y de calidad. Los pimientos, ya sean rojos o verdes, deben ser carnosos y brillantes; las berenjenas deben ser firmes y de piel lisa. Asimismo, las cebollas aportan ese dulzor característico que complementa a la perfección con las demás verduras.
Además de los ingredientes frescos, el uso de aceite de oliva virgen extra es fundamental. Este ingrediente no solo realza el sabor de las verduras, sino que también añade beneficios para la salud que son inherentes a la dieta mediterránea. No escatime en la calidad del aceite; un buen aceite proporciona un toque enérgico que puede transformar cualquier plato ordinario en una experiencia gastronómica excepcional.
Finalmente, no debemos olvidar los toques finales que dan personalidad a una escalivada. Un poco de sal, preferiblemente sal marina, y una pizca de pimienta negra son esenciales. Para aquellos que deseen darle un matiz extra, el vinagre balsámico o el de jerez pueden ser un complemento perfecto al servir la escalivada, añadiendo un contrapunto ácido que realza su sabor natural.
MÉTODO DE PREPARACIÓN: EL ASADO TRADICIONAL
El proceso de asado es clave para lograr una escalivada auténtica. Tradicionalmente, las verduras se asan en brasas de leña, lo que les confiere un sabor ahumado y una textura irresistible. Sin embargo, en la actualidad, muchos hogares cuentan con parrillas o hornos que son ideales para este propósito. La clave está en asar las verduras a temperaturas altas para que se caramelicen, lo que aporta un dulzor adicional que es emblemático de la escalivada.
Antes de asar, es aconsejable lavar bien las verduras y secarlas. A continuación, cortarlas a la mitad o en terceras partes facilitará su cocción uniforme y también ayudará a que absorban mejor el aceite. Engrasar ligeramente las verduras con aceite de oliva antes de asarlas no solo mejorará el sabor, sino que también evitará que se peguen a la rejilla o a la bandeja.
Una vez en el horno o en la parrilla, deben asarse durante un tiempo que varía entre 25 y 35 minutos. En este proceso, es recomendable girarlas una o dos veces para asegurar que se cocinen de manera uniforme. Al final, la piel de las verduras debe estar dorada y ligeramente crispada, mientras que la pulpa queda blandita y sabrosa.
COMBINACIONES Y ACOMPAÑAMIENTOS PARA ENRIQUECER LA ESCALIVADA
La escalivada es un plato versátil que se puede disfrutar de múltiples maneras. Se puede consumir sola, como primer plato, o acompañada de otros elementos que realzan su sabor. Por ejemplo, es tradicional mezclar la escalivada con anchoas, que aportan un toque salado, contrastando maravillosamente con el dulzor de las verduras asadas.
Otra opción popular es servirla sobre una rebanada de pan rústico, como si de una bruschetta se tratara. El pan absorbe los jugos de las verduras y se convierte en un vehículo perfecto para disfrutar de este plato. También se puede acompañar con un poco de queso fresco o de cabra desmenuzado, que aporta textura y un contraste cremoso al conjunto. Este tipo de acompañamientos hacen que la escalivada sea ideal tanto para una comida cotidiana como para una ocasión especial.
Por último, no podemos olvidar el maridaje. Con un vino tinto joven o un blanco fresco, la escalivada puede ser la estrella de una comida familiar o con amigos. Aunque las opciones son vastas, un vino que complemente la frescura de las verduras potenció la experiencia gastronómica en su conjunto.
DISFRUTANDO DE UNA ESCALIVADA AL ESTILO CATALÁN
Una vez lista la escalivada, el momento de degustarla se convierte en una celebración de sabores, texturas y aromas. Es un plato que evoca la calidez de los hogares catalanes, donde las tradiciones culinarias se transmiten de generación en generación. A medida que se sirve, se aprecia no solo la apariencia vibrante de los colores de las verduras, sino también el triunfo de la cocina simple.
Aprovechar momentos en familia o con amigos alrededor de la mesa es algo que trasciende la comida en sí; es sobre crear memorias, compartir historias y disfrutar de la vida juntos. La escalivada, por su naturaleza nutritiva y su preparación asequible, se convierte en un plato especialmente apto para dichas ocasiones.
En definitiva, la escalivada es más que un plato: es un símbolo de identidad cultural y un homenaje a la sencillez de la buena cocina. Prepararla con métodos tradicionales y respetar los ingredientes frescos garantiza que cada bocado sea un viaje a través de los sabores de Cataluña.
