El pan blanco, ese alimento omnipresente en nuestras despensas y mesas, se ha convertido en un básico en la mayoría de las culturas. Su sabor familiar y su versatilidad lo hacen ideal para acompañar innumerables comidas. Sin embargo, ¿qué ocurre con nuestro organismo cuando lo consumimos de forma regular? ¿!– /wp:paragraph –>
1Un vistazo a la composición del pan blanco: una realidad simplificada
El pan blanco, elaborado a partir de harina refinada, se caracteriza por su textura suave y su sabor ligeramente dulce. Si bien es una fuente de calorías y algunos nutrientes como el hierro y la vitamina B, su procesamiento elimina parte de sus propiedades beneficiosas.
Esta «simplificación» del grano, al eliminar la capa exterior (salvado) y el germen, reduce significativamente su contenido de fibra, vitaminas del complejo B y minerales esenciales.