La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial y compleja, que cursa con una acumulación de tejido adiposo, reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que afecta a más de 650 millones de personas en todo el mundo. En España, cerca del 21% de la población adulta sufre de obesidad, lo que representa un grave problema de salud pública y un gran desafío. En este artículo, la Dra. Susana Monereo Megías, Jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Ruber Internacional y reconocida experta a nivel nacional e internacional en el campo de la obesidad, nos habla de la importancia del análisis de la composición corporal en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de esta enfermedad crónica.
Definición actualizada de Obesidad: Avanzar hacia el Estudio de la Composición Corporal
La obesidad es una enfermedad con múltiples causas, que incluyen factores intrínsecos del individuo, como la genética y la fisiología, así como factores extrínsecos como los ambientales, psicológicos, sociales y económicos. Históricamente, los estudios epidemiológicos y poblacionales han utilizado el índice de masa corporal (IMC) como una medida antropométrica para evaluar la gravedad de la obesidad. Aunque el IMC es una herramienta sencilla, objetiva y reproducible, presenta varias limitaciones.
«En la actualidad, la definición de la obesidad ya no es un exceso de peso o un índice de masa corporal alto, sino un porcentaje de grasa elevado, por ejemplo, en las mujeres por encima del 35% y en los hombres por encima del 25%», señala la doctora Monereo.
La especialista explica que «el IMC no mide directamente la cantidad de grasa corporal, además, ni su distribución en el cuerpo, ni diferencia entre el tejido adiposo visceral y subcutáneo. Tampoco tiene en cuenta la masa muscular, lo que puede llevar a cometer errores al estimar la grasa corporal en personas con mayor masa muscular o aquellos con obesidad sarcopénica en la que el paciente experimenta una pérdida progresiva y generalizada de masa y fuerza muscular». Por ejemplo, prosigue, «un atleta con gran masa muscular puede tener un IMC alto, lo que podría clasificarlo incorrectamente como obeso. Por otro lado, una persona con un IMC normal podría tener un alto porcentaje de grasa corporal, lo que indicaría obesidad».
Análisis de la Composición Corporal
El estudio de la composición corporal proporciona una comprensión más detallada y precisa de la salud de una persona, mucho más allá de lo que puede ofrecer el índice de masa corporal (IMC). La especialista nos comenta algunas de las herramientas más utilizadas para medir la composición corporal y sus beneficios.
- Bioimpedancia Eléctrica (BIA)
La bioimpedancia eléctrica (BIA) es una técnica que mide la resistencia del cuerpo al paso de una corriente eléctrica, diferenciando entre agua, grasa y masa muscular. «Nosotros realizamos el estudio InBody, que es un impedanciómetro de alto nivel que proporciona esta información», comenta la Dra. Monereo. Esta herramienta es muy útil porque permite obtener datos precisos de manera rápida y no invasiva, facilitando la evaluación regular de los cambios en la composición corporal a lo largo del tiempo.
- Distribución de la Grasa Corporal: Medición de Cintura y Cadera
La medición de la cintura y la cadera es una forma sencilla pero efectiva de evaluar la distribución de la grasa corporal. Según la Dra. Monereo, «conocer si la grasa está localizada más en la parte superior del cuerpo (grasa visceral) o en las extremidades es crucial». La grasa visceral, que se acumula alrededor de los órganos internos, está asociada con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas y cardiovasculares. En contraste, la grasa subcutánea, localizada bajo la piel asociada a los miembros, tiene menos impacto en la salud metabólica. Esta evaluación ayuda a identificar patrones de riesgo específicos y a diseñar estrategias de intervención más efectivas.
- Ecografía
Además de la reconocida utilidad de este recurso para medir la grasa y su distribución corporal, la ecografía resulta muy útil para evaluar la función y la calidad del músculo, aportando medidas morfofuncionales y metabólicas. «Usamos ecografías para ver la grasa abdominal y el grosor del músculo», dice la Dra. Monereo. «Esta herramienta permite una evaluación más precisa de la distribución local de la grasa y la fortaleza muscular, aspectos cruciales para la movilidad y la salud general, especialmente en personas mayores.
Ventajas de conocer nuestra composición corporal
El estudio de la composición corporal tiene varias ventajas significativas. En primer lugar, proporciona una visión más completa y precisa de la salud de una persona, como la distribución de la grasa y la masa muscular. Esto es especialmente importante para personalizar los planes de tratamiento y para seguir los progresos de manera más detallada. Por ejemplo, con datos precisos sobre la composición corporal, se pueden recomendar ejercicios específicos para aumentar la masa muscular o reducir la grasa visceral, así como ajustes dietéticos individualizados para mejorar la salud general.
Evaluación de la Composición Corporal (Estudio InBody)
El procedimiento del estudio InBody es sencillo y no invasivo. La Dra. Susana Monereo Megias explica que, para comenzar, el paciente debe quitarse los zapatos y las medias, y asegurarse de no llevar objetos metálicos como relojes o joyas. Luego, el paciente se coloca de pie sobre los electrodos de la báscula y agarra los electrodos de mano. «Es importante que se mantenga erguido y sin moverse durante el análisis», comenta la Dra. Monereo.
La máquina pasa una corriente eléctrica de baja intensidad a través del cuerpo, midiendo la resistencia del tejido. Este proceso suele durar entre 30 segundos y un minuto. Al finalizar el análisis, el dispositivo InBody proporciona un informe detallado de la composición corporal que incluye datos importantes sobre la salud del paciente: Peso Total, Masa Muscular Esquelética, Masa de Grasa Corporal, Porcentaje de Grasa Corporal, Agua Corporal Total, Grasa Visceral, Índice de Masa Corporal (IMC), Relación Cintura-Cadera y Tasa Metabólica Basal (TMB).
Para obtener resultados precisos, es importante que el paciente siga algunas recomendaciones antes de realizar el estudio de la composición corporal. La Dra. Monereo aconseja realizar el estudio en ayunas, idealmente sin haber comido ni bebido nada al menos tres horas antes del análisis. También recomienda evitar el consumo excesivo de líquidos antes del estudio, ya que puede afectar los resultados de la medición de agua corporal. Además, no se debe realizar ejercicio físico intenso al menos 12 horas antes del estudio, ya que puede alterar la distribución de líquidos en el cuerpo.
Tratamiento Integral y personalizado de la obesidad
El tratamiento de la obesidad debe enfocarse de manera integral y personalizada, considerando múltiples aspectos del estilo de vida y las necesidades individuales de cada paciente. Más allá de la nutrición y la actividad física, es importante incorporar la terapia conductual, el tratamiento farmacológico, las opciones endoscópicas y, en algunos casos, la cirugía bariátrica.
Tradicionalmente, se ha puesto un gran énfasis en la alimentación saludable y el ejercicio regular como pilares en el manejo de la obesidad. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que otros factores modificables, como las horas de sueño, los horarios de las comidas y la gestión del estrés, también son importantes en el desarrollo y manejo de la obesidad. La Dra. Susana Monereo Megias destaca la importancia de abordar estos factores para lograr un tratamiento efectivo.
«El tratamiento inicial de la obesidad es plantear bajar de peso, pero no de cualquier manera, sino buscando una mejoría en la composición corporal«, explica la Dra. Monereo. Es fundamental evitar la pérdida de masa muscular durante la pérdida de peso. «Bajo ningún concepto se puede adelgazar perdiendo los músculos. Eso es un gran error. Por lo tanto, es muy importante el ejercicio, especialmente el ejercicio de fuerza, que es fundamental, sobre todo en mujeres», añade.
En cuanto a la dieta, la Dra. Monereo recomienda evitar ciertos alimentos. «Hay que evitar básicamente los dulces, el alcohol y los alimentos muy ricos en grasa de origen animal, como los quesos muy grasos y el bacon. Lo importante es comer poco, comer ordenado y parar de comer cuando uno está lleno, no seguir comiendo, aunque no se tenga hambre».
Además de estos enfoques tradicionales, los pacientes con obesidad pueden beneficiarse de novedosos tratamientos farmacológicos en combinación con cambios en el estilo de vida, salvo contraindicaciones. «Los nuevos fármacos que han aparecido en el mercado en los últimos años nos están permitiendo ayudar al paciente a reducir el hambre y aumentar la saciedad», explica la Dra. Monereo. Estos medicamentos son especialmente valiosos no solo para perder peso, sino también para mantener el peso perdido, lo que ha sido un desafío significativo. «Adelgazar se puede hacer de muchas maneras con mucha voluntad, pero el peso no se mantiene solo. Ahí es donde estos fármacos juegan un papel crucial, ayudando a perder peso y a no recuperarlo», añade.
Por último, la Dra. Monereo insiste en la importancia de realizar un análisis de la composición corporal para saber qué parte del peso debe perder el paciente. «No es lo mismo perder músculo que perder grasa», concluye. Este enfoque integral y personalizado es clave para un tratamiento efectivo y sostenible de la obesidad.