La cocina, un espacio de transformación y creación culinaria, se ha convertido en un campo de batalla contra un enemigo invisible: los microplásticos. Estos diminutos fragmentos de plástico, invisibles a simple vista, se encuentran en una variedad de productos que usamos a diario, desde las botellas de agua hasta la ropa que vestimos.
Pero uno de los mayores culpables de la contaminación por microplásticos en nuestros hogares se encuentra en el fregadero: la esponja de cocina.
La esponja de cocina, un utensilio cotidiano que parece inocuo, se ha convertido en un foco de contaminación por microplásticos. Con cada lavado, estas esponjas liberan diminutos fragmentos de plástico que se filtran en el agua y, por lo tanto, en nuestro cuerpo.
2El ciclo de contaminación por microplásticos
El ciclo de contaminación por microplásticos comienza en la producción de las esponjas de cocina. Los plásticos, en especial el poliuretano, se utilizan para fabricar las esponjas, un proceso que genera microplásticos como subproducto.
A medida que las esponjas se utilizan y se lavan, los microplásticos se liberan en el agua. Estos fragmentos pueden filtrarse en los desagües, contaminando las aguas residuales y llegando a ríos, lagos y océanos.
Una vez en el medio ambiente, los microplásticos pueden ser ingeridos por los animales marinos, entrando en la cadena alimentaria y llegando finalmente a nuestros platos.