La dieta Paleo, también conocida como la dieta del Paleolítico, propone un retorno a la alimentación de nuestros ancestros cazadores-recolectores. Este cambio en la dieta ha cobrado popularidad en los últimos tiempos, y sus adeptos afirman que propicia beneficios saludables. Pero, ¿es realmente un cambio trascendental o una moda más en el vasto universo de las dietas? A continuación, analizaremos en profundidad qué es la dieta Paleo, qué alimentos incorpora y excluye, y qué dice la ciencia sobre su efectividad.
ORÍGENES DE UNA DIETA ANCESTRAL
Los seguidores de la dieta Paleo sostienen que durante el Paleolítico, el ser humano consumía alimentos que podía cazar o recolectar, como carnes magras, frutas, verduras y frutos secos. La propuesta, por lo tanto, rechaza el consumo de productos procesados, azúcares refinados y granos, asumiendo que estos alimentos son causantes de muchas enfermedades modernas debido a que el ser humano no está genéticamente diseñado para digerirlos.
La idea de replicar los hábitos alimenticios de hace más de 10.000 años se debe a que, durante la revolución industrial y en el auge de la era agrícola, se produjo una drástica modificación en la dieta humana que supuestamente, nuestro cuerpo no ha podido asimilar completamente. Al volver a una alimentación más ‘natural’, los promotores de esta dieta alegan que podría reducirse el riesgo de padecer ciertas enfermedades crónicas.
Aunque el concepto de la dieta Paleo ha estado presente desde la década de 1970, no fue hasta principios del siglo XXI que ganó una popularidad significativa. Esto se atribuye a las publicaciones de varios libros y estudios que resaltan sus posibles ventajas para la salud, junto con un creciente interés en estilos de vida más saludables y sostenibles.
La comunidad científica, sin embargo, tiene opiniones encontradas. Mientras algunos estudios respaldan la dieta Paleo por sus beneficios reales en la reducción de peso y control de algunas patologías, otros argumentan que la falta de productos enteros y legumbres podría resultar en deficiencias nutricionales.
¿QUÉ SE COME EN LA DIETA PALEO?
Al hablar de la dieta Paleo, lo primero que salta a la mente es la imagen de carnes y pescados como protagonistas principales. Sin embargo, esta dieta también enfatiza el consumo de alimentos frescos y no procesados. Las frutas, verduras, semillas y frutos secos son piedras angulares de este régimen, promoviendo una ingesta alta en fibra, vitaminas y minerales.
Lo que diferencia a la dieta Paleo de otras propuestas alimenticias es la exclusión de granos como el trigo, maíz y arroz, argumentando que estos pueden provocar inflamación en el organismo. Los productos lácteos, por su parte, son también omitidos bajo la premisa de que los humanos son los únicos mamíferos que los consumen tras el destete, y por tanto, podrían no ser esenciales.
Los aceites vegetales altamente procesados se encuentran también en la lista de «prohibidos», siendo reemplazados por fuentes más naturales de grasas como el aceite de oliva, aceite de coco, o las grasas propias de las carnes de animales alimentados de pasto. Los azúcares refinados son un enemigo declarado dentro de esta dieta, mientras que los edulcorantes naturales como la miel o jarabe de arce son usados con moderación.
Si bien no existe una única “dieta Paleo”, pues las adaptaciones de cada uno pueden variar, este plan alimenticio se centra en un mayor consumo de proteínas y grasas, y un consumo moderado a bajo de carbohidratos, los cuales deberán proceder de verduras y frutas.
LOS VERDADEROS BENEFICIOS DE VIVIR LA DIETA PALEO
Estudios científicos han reportado beneficios relacionados con la dieta Paleo, tales como la mejora en los niveles de glucosa en sangre, una mayor sensibilidad a la insulina y una reducción del perímetro de cintura. Estos hallazgos tienen potencial para ser de gran ayuda, especialmente para personas con resistencia a la insulina o diabetes tipo 2.
Otro de los posibles beneficios es la contribución a un mayor control del apetito, derivado del alto contenido de proteínas y grasas que fomentan la saciedad. Esto, junto con la reducción de alimentos altamente procesados y azúcares, podría traducirse en una pérdida de peso sostenida y más saludable a largo plazo.
No obstante, es importante señalar que cualquier dieta, incluida la Paleo, debe ser personalizada y adaptada a las necesidades individuales de cada persona. El acompañamiento de un profesional de la salud es crucial, sobre todo para evitar posibles deficiencias nutricionales que podrían derivarse de eliminar ciertos grupos de alimentos por completo.
En conclusión, la dieta Paleo puede ser una herramienta útil para aquellos que buscan transformar su estilo de vida y promover un estado de salud óptimo. Sin embargo, más allá de seguir tendencias, es indispensable tomar decisiones informadas y basadas en la ciencia, adaptándolas a nuestras necesidades y estilo de vida para lograr un equilibrio saludable y sostenible a largo plazo. El objetivo es claro: nutrir tanto cuerpo como mente con una alimentación que nos beneficie en múltiples niveles.