El pánico es un trastorno mental grave, pero curable, caracterizado por ataques intensos y repentinos de miedo, generalmente acompañados de síntomas físicos en casos más extremos. Esta enfermedad puede afectar a personas de todas las edades, sin embargo, quienes son más propensos a sufrir de ataques de pánico son aquellos que tienen antecedentes familiares de ansiedad y problemas similares.
Si bien no hay una causa única que explique la presencia de pánico, el malestar psicológico y/o emocional previo que una persona experimente, tanto en el ámbito laboral como en el personal, puede contribuir al desarrollo de este trastorno.
Es importante tener en cuenta que el pánico no puede ser “curado” de un día para otro. Aunque se pueden tomar ciertas medidas para tratar los síntomas y prevenir los ataques, el tratamiento suele ser largo y complejo y requiere la ayuda de un profesional de salud mental. La buena noticia es que existen algunos pasos que se pueden tomar para prevenir el pánico y evitar que los ataques de angustia se intensifiquen.
Saber Identificar las Señales de Alerta
Es esencial aprender a identificar los primeros signos de un ataque de pánico, así como las situaciones que pueden desencadenarlo. Por lo general, aquellos que tienen este trastorno experimentan síntomas como palpitaciones, dificultad para respirar, sensación de ahogo, temblores incontrolables, sudoración o mareos. Estos efectos, así como los temores inespecíficos, pueden estar presentes en casos leves de ataques de pánico.
Es importante estar atento a las señales de alarma que podrían apuntar a los primeros brotes de pánico. Estas señales pueden ser descargas de estrés, excesiva preocupación, irritabilidad o estado ansioso. Es importante tener en cuenta que uno de los mejores modos de prevenir el pánico es el autoconocimiento, pues darse cuenta de nuestras limitaciones y emociones puede ser clave para conocer los factores que contribuyen al desarrollo de los ataques.
Entender que los Ataques de Pánico Son Transitorios
Otro paso importante es entender que los episodios de pánico son transitorios y que nunca durarán más de lo previsto. Es común que las personas que sufren de pánico sienten que nunca podrán “controlar” los síntomas o que los ataques no van a parar. Estos errores de pensamiento son lo que suelen mantener abierta la posibilidad a los ataques, pues favorecen el péndulo desequilibrado de las emociones.
Por ello, conviene concienciar al paciente de que los ataques siempre van a parar, aunque a veces se tarde en notarlo. Esta concienciación debería ligarse al autocontrol que cada uno de nosotros puede desarrollar para evitar o desactivar los ataques. Saber que los episodios de pánico suelen tener siempre un final contribuye a tener un sentimiento de control sobre nosotros mismos y a favorecer, indirectamente, la prevención del pánico.
Evaluar la Situación
Evaluar conceptos como el peso de los pensamientos y los sentimientos en el estado emocional de la persona contribuye a prevenir y tratar los ataques de pánico. Analizar cada situación desde un punto de vista objetivo puede ser útil para desmontar ideas y creencias erróneas, así como para desarrollar el autoconocimiento necesario para saber reconocer y huir de los trigger points —causantes de los ataques— antes de que sucedan.
Por último, es vital monitorizar el estado emocional y saber detectar las señales de alerta. Practicar el autoconocimiento y controlar los niveles de estrés puede prevenir la aparición de ataques de pánico. Esto ayuda a conocer nuestros niveles de ansiedad y a minimizar su presencia.
Reducir el Malestar Psicológico y Emocional
Uno de los principales factores que contribuyen al desarrollo del pánico es el malestar psicológico y emocional previo, por ello, combatir esta sensación es esencial para prevenir el pánico. Desarrollar hábitos saludables —como realizar ejercicio de forma regular, la meditación o actividades que generan bienestar— contribuye a aliviar el estrés y a prevenir los ataques de pánico.
Realizar alguna actividad que entretenga durante momentos de ansiedad también puede resultar beneficioso. Por ejemplo, leer un libro, escuchar música, dibujar o practicar un instrumento musical. También es importante realizar ejercicios de respiración y respiración profunda para relajar los músculos y controlar los pensamientos.
Buscar Apoyo
Es esencial contar con el apoyo de otras personas, pues saber que no estamos solos es fundamental para luchar contra el pánico, hablar con alguien de confianza de nuestra situación, los sentimientos y los miedos nos ayuda a abordar la situación de una forma más constructiva.
Contar con el apoyo de amigos, familiares o compañeros de trabajo nos ayuda a saber que podemos afrontar el problema, a no sentir tanta presión o a lidiar de manera adecuada con los ataques de pánico. Además, el reflejar y compartir nuestras experiencias de una manera abierta y sincera proporciona una validación a nuestras emociones, lo que contribuye a minimizar el malestar psicológico y a evitar los ataques.
Buscando Ayuda Profesional
Si el malestar psicológico y emocional es intenso, es necesario buscar ayuda profesional. Es importante recordar que el malestar mental no se puede ignorar y que el pánico no debe ser tratado como un tabú, pues esto solo contribuirá a su aparición y empeorará la situación. Por el contrario, si nos atrevemos a buscar ayuda especializada, existen tratamientos eficaces e individualizados para tratar esta condición.
En muchos casos, los terapeutas recomiendan un tratamiento a largo plazo basado en la terapia cognitiva conductual (TCC), un método con alta efectividad para hacer frente a los ataques de pánico. Esta terapia es un enfoque práctico centrado en el momento presente que aspira a identificar nuestros patrones mentales erróneos, a cambiarlos y, por lo tanto, a sustituirlos por nuevas referencias más saludables.
Un tratamiento adecuado con un profesional puede contribuir a mejorar nuestra percepción sobre nosotros mismos, a potenciar nuestro sentimiento de control y a normalizar nuestro estado emocional. Todo esto contribuye a prevenir los ataques de pánico y a vivir en armonía.
Prevenir es Clave
El pánico es un trastorno mental grave, aunque tratable. Saber reconocer los primeros signos es un paso clave para saber prevenir el pánico y no tener que lidiar con sus consecuencias. Conocer nuestras limitaciones, entender que los episodios son transitorios, evaluar la situación y buscar ayuda profesional son algunos de los pasos esenciales para estar preparados para los ataques y prevenir el pánico. Una correcta gestión emocional y un tratamiento profesional contribuyen a tener mayor calidad de vida y a disminuir la aparición y los efectos del trastorno.
Finalmente, recordemos que cuidarse a uno mismo es importante. Practicar el autocuidado, buscar el apoyo de otras personas, así como el tratamiento adecuado, nos ayudará a afrontar los episodios y a mejorar nuestra calidad de vida.