No se habla mucho del trastorno dismórfico corporal, o dismorfia corporal, pero deberíamos hacerlo. Todos tenemos nuestras inseguridades, o esos rasgos físicos que, con una varita mágica, cambiaríamos a mejor.
Pero cuando esa inseguridad se convierte en algo que afecta nuestros pensamientos y comportamientos cotidianos, este síntoma puede ser una señal de advertencia de dismorfia corporal que necesita tratamiento. Al igual que su primo más famoso, el trastorno obsesivo compulsivo, el TDC puede afectar tanto a hombres como a mujeres.
Afortunadamente, la conciencia sobre esta afección va en aumento, pero todavía queda un largo camino por recorrer y, con demasiada frecuencia, los pacientes son descartados como vanidosos o egoístas cuando realmente necesitan ayuda.
Obsesionado con los espejos
Las personas que sufren de dismorfia corporal harán todo lo posible para evitar los espejos por completo o verificarán repetidamente su reflejo. Estamos hablando 200 o 300 veces al día. Y luego obtienes una mezcla de los dos: las personas evitan el espejo, pero si accidentalmente se ven a sí mismas, no pueden salir del espejo. Véase también obsesionarse con los selfies.