Si tienes un perro, seguramente en algún momento habrá hecho algo que pueda causarte algún tipo de molestia y en consecuencia tu reacción haya sido aplicar un castigo para corregir la conducta indeseada; pero, lo cierto es que más allá de aplicar un castigo que busque corregir la acción negativa del can, puedes terminar causando algunos problemas más profundos que luego serán difíciles de solucionar.
Los perros logran increíbles conexiones con sus dueños y es por eso que siempre están dispuestos a hacer lo que sea, para que este se mantenga feliz y sobre todo a salvo; es por eso que, para que tengas una relación sana con tu mascota, debes darle un vistazo a este artículo y comprender por qué castigar a tu perro no siempre es lo mejor.
Castigos que seguramente aplicas a tu perro
Cuando se tiene una mascota se da una formación positiva o negativa y esto comprende tanto los aspectos de educación como los aspectos de reprimenda o castigos. En el caso de los perros, cuando hablamos de castigos, existen dos tipos: el castigo positivo y el negativo. Estos, aunque parezcan lo contrario, significan en cada caso un concepto muy diferente al que la propia palabra en sí pueda establecer.
El castigo positivo, aun cuando tenga este nombre, se llama de esta manera porque puede poner freno de inmediato a una conducta del animal, pero en realidad no es para nada positivo o recomendable. Por ejemplo, si tu perro se encuentra ladrando intensamente y lo golpeas, lo gritas, o tiras por la correa para que guarde silencio.
Por otra parte, el castigo negativo es cuando retiras un estímulo que sea agradable para el perro para demostrarle que ha hecho mal, por ejemplo cuando dejas de prestarle atención cuando ha mordido tu mano mientras se encontraban en un juego.