El amor, científicamente y de la manera menos romántica, es un estado emocional de afecto. El amor tiene varios tipos y en efecto, dependen de la relación entre las personas: Relaciones de pareja, relaciones padres-hijos, relaciones de amistad, o el amor entre hermanos o familiares.
Pero también hay diferentes formas de amor dentro de una relación romántica: al principio estamos perdidamente enamorados, luego idealmente sigue siendo romántico y se vuelve más serio, luego se desarrolla un vínculo profundo con la pareja. La idea importante aquí: el amor cambia.
Un sentimiento con base bioquímica
El amor frecuentemente se describe como el sentimiento más fuerte y es extremadamente ambivalente. Lleva a algunas personas a estados de perfecta felicidad, a otras las catapulta a la depresión. Una gran proporción de los asesinatos son actos relacionales, donde la posesividad, los celos y la decepción se derivan del amor.
Pero también es posible lo contrario: el amor es un sentimiento con base bioquímica y patrones neurobiológicos que nos habilita y nos facilita la formación de vínculos. Fortalece la unión, aumenta el éxito del apareamiento y las posibilidades de una descendencia saludable desde un punto de vista evolutivo. Eso asegura la supervivencia de una especie.
El amor es una de las funciones más influyentes y engañosas incorporadas en el cerebro y el cuerpo durante millones de años.