Leche para el desayuno en el tazón de cereal, queso en un sándwich o crema en un pastel: la leche y los productos lácteos constituyen una proporción significativa de nuestro suministro de alimentos en este país.
No sin razón: aportan valiosas proteínas, grasas, minerales y vitaminas. Sin embargo, la leche no siempre ha sido una parte importante de nuestra dieta, ni ha sido siempre un problema.
No todos los productos lácteos animales se toleran igual
Se estima que los humanos no consumieron sistemáticamente leche animal hasta hace 8.000 años. Hoy en día, la leche se ha convertido en un alimento básico, especialmente en el norte y centro de Europa, y es conocida por aliviar el hambre y traer prosperidad a numerosas culturas.
Sin embargo, no todos los productos lácteos animales se toleran igual de bien. Según la Organización Mundial para la Salud, una de cada cinco personas sufre intolerancia a la lactosa. Muchos enfermos suelen confundir la intolerancia a la lactosa con una alergia a la leche porque los síntomas son muy similares, pero hay diferencias.